martes, 30 de octubre de 2012

Como un iPhone 4

El sábado asistimos a una reunión/cena con unos amigos escritores, muy agradable, divertido, lleno de conversaciones cultas e interesantes, pero como en todas las situaciones de la vida, se vio corrompida, al final, por un comentario bastante perturbador...

La conversación versaba sobre el Durexómetro, es decir, una publicidad de Durex en la que te daban una regla en forma de condón y ponían el tamaño que tiene el pene según la raza (los blancos, negros, asiáticos, etc.); según yo, también venía una relación sobre la estatura y el tamaño. Les platiqué que una amiga llegó con eso un día a la facultad, y que nos divertimos muchísimo en los cálculos y suposiciones de nuestros compañeros; cuando, de repente, la novia de una de ellos gritó " PUES NO ES CIERTO QUE LA ESTATURA ESTÁ RELACIONADA CON EL TAMAÑO", y río. Yo me encontraba en la silla entre ella y su novio, y bueno, decir que fue un poco incómodo se queda corto... uno en esas situaciones simplemente sonríe y regresa a la conversación anterior, o habla del clima, ¡de lo que sea! Eso es lo normal, desgraciadamente, los novios no eran normales, así que él continúo con el relato, nos platicó que a él le pesa exactamente 140 grs. (a mí me parece poco, pero tampoco soy báscula profesional de penes, así que no podría saberlo a ciencia cierta), "igual que un Iphone 4, mira, cárgalo" (Dios mío, dios mío, dios mío, simbólicamente me acaba de poner su pene en las manos, y además espera que lo sopese... ¡qué pasa, auxilio!). Sí, sé que ahí debí de haber hecho algo para dar por terminada la conversación, evitar cualquier desgracia que pudiera acaecer de esto, pero no, soy medio perversa y me gusta llegar al límite, así que pregunté, entre carcajadas, cómo lo sabía, cómo lo había pesado, y la respuesta fue justo de la calidad que esperaba "la pesé en la báscula que tengo en la cocina, con y sin sangre, y pesa 140grs., por eso siempre le digo a A (su novia) que cuando le llame y tenga el Iphone en la mano/oreja, piense en mi pene". ¡¡CÓMO PUDE PREGUNTAR ESO!!! Sólo falta que ahora pase a demostrarlo... ¡no, no, no, yo todavía no puedo pagarle a un psicoanalista!

Después del susto y salir de ahí, me puse a pensar en eso: hombres que se pesan el pene. ¿De verdad sucede? ¿Lo hacen? ¿Es normal? Y si sí, ¿lo pesan al tanteo, o lo hacen en una báscula? ¿Llevarán una bitácora?

jueves, 16 de agosto de 2012

¡Ahora te lo tragas!


Desconozco la razón o el origen de la práctica femenina (no sé si en los hombres también se presenta o es, como yo supongo, pura cosa de mujeres), pero he escuchado en muchísimas mujeres el asco de “tragar” el producto de una buena mamada. Perdonen el lenguaje, pero me parece que si vamos a hablar de sexo oral y de tragar semen, debemos hacer uso de los eufemismos. No nos queda de otra, así que ya están avisados.

Pero, comencemos por el principio. No sé si sea conocimiento popular, pero cuando una persona realiza, sobre el miembro viril de otra, una felación (ja, odio esa palabra), el objetivo que se persigue es que el dueño del miembro tenga un orgasmo, y este, en prácticamente todas las ocasiones, irá acompañado de una eyaculación. No es una ciencia nueva u oscura, es una realidad, se vienen y traen a todo el equipo a la fiesta. Es por esto que la mujer (u hombre, según sea el caso) se ve con el miembro expulsando a los amigos en la boca… estoy de acuerdo, no es la mejor o más placentera sensación del mundo, pero lo lógico es que uno reciba y, así, todo completo, se lo trague.

El meollo del asunto es justo que a las mujeres no les gusta. Obvio, no sabe a chocolate ni a helado de queso de cabra… pero es que ¡no lo es! Es una secreción del cuerpo llena de proteínas que sabe fuerte y agrio, pero tampoco es intragable (todos hemos tragado cosas que saben peor). Yo digo que después de un par de veces, te acostumbras.

Muchas de mis amigas NO LO HACEN, categóricamente dicen que NO, y ni cómo hacerle. Algunas de ellas llevan a cabo todo el proceso pero quitan la boca al final (sé de algunas mujeres que lo reciben en la boca y corren a escupirlo al baño… como si eso no resultara más asqueroso, estar caminando con el semen en la boca…). Claro, tienen excusas y argumentos para sustentarlo, pero la verdad es que son unas egoístas narcisistas. Porque sus hombres sí se bajan por los chescos, y se llenan de “eso” que hay ahí, en los labios y adentro, y no se quejan, no les piden que primero se limpien todo el flujo y el moco y todo, ¡NO! ellos sí son guerreros y valientes y se aguantan como los machos (es sólo una frase, no tiene implicaciones discriminatorias), en cambio ellas, chillan porque sabe feo, es viscoso y se siente feo en la boca…

Ni modo, el sexo y el amor son pequeñas batallas que uno debe librar para ser feliz y estar satisfecho sexualmente, hay que luchar contra los malos ratos y dar lo mejor en los buenos, estar dispuesto a complacer a la pareja, darle placer y TRAGAR, porque como bien decía mi mamá: es de mala educación jugar con la comida y no tragársela.

jueves, 9 de agosto de 2012

Bella, como falacia


Una de las mejores cosas que nos ha traído Facebook (ahora también Instagram) es la posibilidad de ver a todas nuestras “amigas” en sus más sensuales y bellas poses, mostrando todos esos atributos que la genética les dio y que, como siempre digo yo, esconderlos sería pecado. Esto es, en efecto, maravilloso si nuestras amigas se parecen a Monica Belucci pero, cuando no, se convierte en una situación patética o, cuando menos, triste.

No le niego a la gente el derecho de quererse, estimarse y valorarse como una bella o gran persona. No, estoy de acuerdo con que uno debe empezar por ahí, por quererse a sí mismo, respetarse, cuidarse, procurarse, bla bla bla. El problema surge cuando esto NO pasa, y es ocultado por expresiones “vanidosas” que rayan en la obsesión o en la histeria. Es decir, si yo sé que soy, soy, no hay nada más que poner o decir ahí; no necesito del reconocimiento del otro, su aprecio o deseo, no, pues tengo el mío. Si yo no soy, o más bien, no acepto lo que soy o deseo ser quien no soy, necesito que alguien me ayude, me haga espejo o, cómo decirlo, me diga qué soy o cómo soy: si no lo encuentro en mí, busco que alguien más lo nombre para que yo lo pueda “adquirir”… Chale, siento que me estoy desviando en el discurso… el punto es que si eres, no tienes por qué andarte con mamadas como poner mil fotos tuyas, esperando que los demás te digan que eres hermosa, sexy y que quieren cogerte (esto no siempre lo ponen, pero cómo lo desean).

El meollo del asunto es que la gente sube fotos y (aquí viene el meollo, o lo grave) los demás mienten en sus comentarios: qué sexy, qué hermosa, me encantas… lo que quieran o se imaginen o recuerden. Y, después, uno que no suele mentir, ve las fotos y no entiende cómo esa pinche foto en la que sale la vieja con postura de puta mal cogida y mal pagada, que sobrepasa los cuarenta y necesita, desesperadamente, un buen pito que se las coja, pueda ser considerada como “bella o sexy o hermosa” ¿Qué chingados tiene la gente en la cabeza cuando escribe eso? ¿No se dan cuenta de que mentir descaradamente es de mala educación? ¿Qué los motiva a hacerlo?

No lo entiendo, es decir, entiendo que alguien tenga la necesidad de sacarse fotos para que los demás la valoren, lo que no entiendo es por qué, los demás, al valorarla, le mienten descaradamente. Esto, por supuesto, en el caso de las mujeres que no son hermosas. En el caso de las que son hermosas, llega un momento en que hartan todas las fotos, sin importar qué tan hermosa o sexy se vea, como todo, si nos dan demasiado nos hartan. Así que, al final, la pregunta es la misma en ambos casos ¿para qué se toman tantas fotos? Y ¿por qué los demás mienten sobre la calidad o impresión que les provoca la foto?

¿Nadie se ha dado cuenta de que a veces, como a los adictos, lo que uno DEBE hacer,es decir la verdad? El otro día le escribí a un amigo que, si algún día él se daba cuenta de que por un error yo estaba enseñando los calzones (se me atoró la falda o algo así), los pezones o peor, me lo dijera, porque lo peor que nos puede pasar es eso, andar por la vida pasando vergüenzas y haciendo pendejadas, y que nadie lo diga. ¿O, de plano, disfrutan la ingenuidad y estupidez de quien pide ser admirada, y sólo le das más para que la caída sea más larga?

Si nos aman, deberían ser honestos, por lo menos.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Tropecé de nuevo y con la misma piedra...

Dice la canción, aunque en mi caso, me hicieron tropezar, que yo no suelo tropezar, en cuestiones económicas, con la misma piedra. Pero ¡claro! es que hay que hacer cosas que uno no quiere, porque el precio de no ser "parte del grupo" puede salir mucho más caro...

Caros mis huevos, qué. Si fue debut y despedida (ay, hoy ando bien cantadora) para las putas comidas con los compañeros de la empresa; quesque esta semana habían 3 cumpleaños, que la puta parió a los pendejos... y ahí me tienen, con la disyuntiva de ir o no ir a la pinche comida, cuando he decidido no comer con ellos en la semana (tal vez, en ocasiones comamos en la mima mesa, pero yo en cuanto termino me paro y mudo a leer a otro lado, porque no me gusta la convivencia con ellos (como todos lo leímos en Las desgracias me persiguen). P E R O, cuando hay cumpleaños y deciden que nos juntemos todos y salgamos a comer, porque hay que convivir, porque la hipocresía es lo de hoy, no me quedaban muchas más opciones (además de hacerme, oficialmente, un paria), así que tuve que agarrar mi tacaño y envidioso culo y llevarlo a comer... la comida culera, hay que decirlo, la plática, por lo menos a mi al rededor, forzada, y mi humor, de la puta chingada... 

¡Y no sólo eso! Además tengo $500 menos en mi cuenta, para mis gastos ya destinados (porque, claro, el pinche cumpleañero NO paga, y si son 3, ni les platico cómo queda la cuenta), para pagar lo que A MÍ ME IMPORTA, NECESITO Y QUIERO. ¡Pero no! ¡Paguemos para que al final todo se cague como si fueran tacos de $5!

Perdón, pero estoy ligeramente molesta. Me molesta que los demás decidan sobre mis ingresos, me molesta que decidan lo que yo voy a hacer y cómo, porque ellos son unos pinches consumistas pendejos sin más planes que chuparse la quincena completa; y claro, a mí, que me cargue la chingada, total, no es como que no tenga residencia permanente ahí...

Y, además, tuve que soportar la mirada y el comentario "hostil cuando llegó la cuenta":
(Somos 10 en la mesa, llega la cuenta y, después de revisarla dice el administrador de la empresa):
Administrador: Bueno, ¿la dividimos parejo, no?
Todos: Sí.
Administrador: (mirándome a mí, sólo a mí, con mirada inquisidora) ¿Están de acuerdo, o proponen algo más? ... ¿Nadie, a todos les parece bien?

Yo pienso que lo que deberían de hacer todos es ir a chingar a la puta que los parió y dejar de hacer estas pinches pendejadas hipócritas porque:
  1. No somos amigos, somos compañeros de trabajo;
  2. TODOS, si pudiéramos escoger, comeríamos con alguien más;
  3. Ni siquiera nos caemos bien, hay que ser honestos.
Y yo, enojada, con menos dinero, con problemas porque además me faltará dinero para pagarle al contador (porque tenía mi dinero previamente destinado), y frustrada porque NO QUIERO ESTAR AQUÍ... aunque, claro, si sigo aquí es porque necesito el dinero y para ello trabajo... aunque... ahora que lo pienso... ¡de nada sirve si tengo que pagar la pinche comida y el puto alcohol de un chingo de gente!


martes, 7 de agosto de 2012

Las desgracias me persiguen


Como si fuera previsible, y aún peor, parte de mi destino, odio mi trabajo. Sí, acabo de entrar (bueno, tengo casi dos meses), pero me enferma (físicamente) venir a trabajar. Recuerdo que este sentimiento hacía muchos trabajos y años que no me pasaba, pero está aquí, otra vez, y no estoy segura de qué voy a hacer al respecto.

Otra vez, estoy trabajando como asistente de dirección; en este caso de dos directores de una empresa pequeña (somos sólo 13 trabajadores), en la cual hay 3 directores “generales” y otro director comercial que es socio pero no jefe de jefes. Entonces, se supone que tengo dos jefes, sólo dos, pero en realidad son un madral: los dos que tengo, el de administración que me pide que haga contratos y otras cosas; el subdirector de administración para el que llevo el control de gastos de los trabajadores; y los demás integrantes de la pinche empresa que creen que debo hacer también lo que ellos quieren (que en este caso significa satisfacer sus estúpidas demandas y sonreírles sin decir, nunca, que son unos pobres pendejos que NO tienen asistente y que, por lo tanto, ellos deben hacer sus cosas y no yo).

Al final, trabajo como asistente para un chingo de gente, tengo un montón de jefes y esto podría no ser problema (vamos, hacer pendejaditas de varias personas tampoco requiere de un doctorado), P E R O, el problema surge cuando lo que ellos piden es contradictorio (y esto es justo lo que me encabrona).

Un ejemplo fue la contratación de nuevas líneas telefónicas. Un día mis jefes dicen que quieren más líneas porque cuatro para todos no son suficientes, así que me piden a mí que lo vea y yo, cuando averiguo qué pedo, me doy cuenta de que la otra asistente lo está haciendo; así que, les aviso a mis jefes que eso es lo que sucede. Todo bien hasta aquí. La semana pasada me dice la asistente que va a salir a comer, pero que si vienen los de teléfonos, debo pedirles que pongan dos de las tres nuevas líneas sólo para mis jefes. Claro, todo perfecto, salvo por la duda de si ellos querrán que yo conteste también esas líneas. Así pues, le mando un mensaje a uno de los jefes y me dice que él no quiere línea personal, que son para todos y el otro contesta que sí quiere la suya pero hasta que nos cambiemos de oficinas (porque sí, vamos a cambiarnos de oficinas en un mes o más). Yo, obedientemente voy con la asistente y le digo esto, que no quieren líneas para ellos, pero ella me contesta que su jefe (el de administración) y el subdirector dijeron que sí; entonces tengo que ir con el director y comentarle, y él me dice que mis jefes le dijeron eso (en un tono bastante hostil).

Claro, no hay gran pedo, no pasó a mayores… el problema es que ¡sí! Que esto es TODOS los días, todas las semanas, los demás deciden cosas para mis jefes y luego cuando yo lo confirmo con ellos resulta que no era así. Unos piden unas cosas y los otros lo opuesto y yo me quedo en medio, tratando de resolver para complacer a mis jefes (que son, en sentido estricto, mis únicos jefes) pero estresada y molesta, frustrada porque nadie se da cuenta de lo que pasa y, si se dan cuenta, no les importa.

No sé qué pasa, la verdad es que no lo entiendo, me siento confundida y frustrada, tonta y amarrada, incapaz de poder hacer mi trabajo. Además, no quiero venir, la semana pasada y esta mis jefes no han estado en la ciudad, entonces estoy sola, sin ninguna justificación para no hacer las pendejadas que me piden los demás, como una hoja al viento (ja, suena súper melodramático y lo peor es que ni siquiera lo termina de describir).

No me gusta lo que hago, no me gusta el ambiente, no me gustan las expectativas, no me gusta que en realidad hago muy pocas cosas interesantes, no me gusta nada y no puedo irme. Finalmente me inscribí para estudiar psicoanálisis y necesito un ingreso para pagar los estudios y mantenerme, no puedo dejar esto ni retrasarlo un mes más. Pero no me gusta mi trabajo, no quiero estar aquí, siento que si estuviera en cualquier otro lugar sería menos malo…

Para mí, uno debe tomar una decisión cuando comienzas a enfermarte porque no quieres ir a trabajar, cuando deseas que pase algo, que te pase algo que te impida ir. El problema es ¿qué decisión voy a tomar?

jueves, 26 de julio de 2012

Ese color es de niña, cámbialo


La otra cosa que me pasó relacionada con el teléfono (para más detalles ver el post de ayer Soy tontita cuando no me dejan robar fue con uno de los directores [que no está al mismo nivel que los otros directores (es una cosa medio rara, porque hay 4 directores, pero uno de ellos es el socio mayoritario, y dos más, que son mis jefes, son los chingones pero son socios minoritarios y, finalmente, el cuarto, que es de quien me quejo hoy, es director comercial y socio minoritario, pero no de los meros meros)], a quien le entregué la pinche Blackberry que pidió (y por la que tiene que pagar una lana de diferencia) y, desató la “amabilidad”:

Lolita´s: Aquí está el teléfono.
Director pendejo: Perfect (Sí, es de los que gusta hablar en inglés con una pésima pronunciación. Siempre que lo escucho me dan ganas de responderle en alemán, por mamón).
Abro la caja y aparece el teléfono
Director pendejo: No, eso es blanco, no way.
Lolita´s: (con cara de “te voy a matar, pendejo, aunque tú aún no lo sepas) Pues este es el que hay.
Director pendejo: No me importa, el blanco es de niña y no lo quiero.
Lolita´s: Es el que hay, no creo que lo puedan cambiar. (De niña son tus nalgas y tu falta de huevos, pendejo).
Director pendejo: No me importa, cámbialo, que no lo voy a usar.
Lolita´s: (Más por no matarlo que por hacer lo que él dice) Está bien, voy a ver qué se puede hacer.

¿Así o más cabrón?

Como soy una mujer paranoica, en cuanto me senté revisé los correos que me había enviado, porque podría caber la posibilidad de que hubiese sido yo quien se equivocara, y al ver el correo, decía sólo el modelo del teléfono ¡nunca especificó el color! Lo lógico sería que se chingara, porque es su error… pero claro, como creen que son unas vergotas andantes y que yo estoy aquí para lamerles los huevos y las patas cuando ellos se cansen, pues me tengo que chingar… Y no, no se vale, porque no es mi trabajo complacerlos a ellos. Porque no entienden que yo debo hacer lo que dicen MIS jefes, no el resto del personal, porque a veces los jefes me piden a mí que sea quien establezca los límites y así ellos no tengan que hacerlo, porque sí, me toca hacer el trabajo sucio, y en principio no tengo problema y lo hago (que para eso me pagan), pero cuando se trata de resolver las pendejadas de los demás, de satisfacer los abusos que cometen, me dan ganas de romper todo y mandarlos a la chingada, porque sin duda alguna, esto no es lo que yo quiero de mi vida ni en mi vida.

Me cago en la puta madre, de verdad que sí

miércoles, 25 de julio de 2012

Soy tontita cuando no me dejan robar


Como es de esperarse en mí, siento gran frustración relacionada con mi trabajo, y no es porque las actividades propias del puesto (asistente) me molesten, en realidad me molesta la forma de conducirse de la gente. Es decir, en términos generales, no saben expresarse (ni hablar ni escribir), no saben lo quieren, ni entienden para qué están los demás dentro de la empresa. Para ser honestos, ni siquiera saben para qué diablos están ellos ahí y  cuál es el límite de sus obligaciones/derechos.

Todo esto viene a cuento porque ayer entregaron los teléfonos celulares de la empresa (es decir, los que la empresa paga y los trabajadores usan) y fue un relajo. Primero, una de las chicas, que llamaremos aquí Nena Hipócrita, quería un iPhone e iba a pagar la diferencia, pero no lo quería para usarlo en la línea corporativa, sino para dárselo a su marido (sí, eso se llama, de menos, fraude, de más, abuso de confianza tirándole a robo). Obvio, los teléfonos no pueden intercambiarse así, pues son corporativos y la compañía de celulares los bloquea para evitar (imagínense ustedes) que se cometa fraude con ellos. Así, cuando se lo expliqué a ella, montó en cólera:

(Todo con voz impostada de soy bien cabrona pero bien pendeja y me quejo y pobre de mí)

Lolita´s: Ya chequé y no se puede switchear el teléfono, ese equipo debe quedarse con la línea corporativa.
Nena hipócrita: Pero ¿por qué?
Lolita´s: Porque es un teléfono anclado a una línea corporativa, no funciona como las líneas personales.
Nena hipócrita: Pero es que yo no lo sé usar, y si no puedo usarlo en mi otra línea no lo quiero
(Pensé yo, si no lo sabes usar, no lo sabes usar, no tiene nada que ver con la pinche línea que tenga el teléfono… salvo que… ¡claro! Se lo vas a dar a alguien más, pinche ratera abusiva con cara de pendeja).
Lolita´s: Pues no se puede, lo siento.
Nena hipócrita: Entonces no lo quiero, no lo voy a pagar. Lo pedí sólo porque lo iba a usar en la línea personal, porque para la corporativa ya tengo una Blackberry y no quiero un iPhone.
Chico de los teléfonos: Mira, te vas a arrepentir, iPhone es la mejor marca de celulares, son muy amigables, no puedes no saber usarlo. O, ¿qué es lo que no sabes usar de ellos?
Nena hipócrita: (No contesta la pregunta) Pues no lo sé usar y no lo quiero. Lo regreso.
Lolita´s: No sé si se pueda hacer, vamos a tener que verlo.
Nena hipócrita: Sí, no me importa, yo no lo quiero.

¡¡PERO QUÉ CHINGADA MADRE LE PASA AL MUNDO!! Se puso bien pendeja porque NO PUDO ROBARLE A LA EMPRESA, y OBVIO, quien tiene que resolver todas esas pendejadas soy yo, porque en algún puto momento ellos creen que mi obligación es asistirlos a ellos, no a los jefes (y hacer lo que los jefes me digan, nada más).

Sin perder la puta sonrisa y tratando de no matar a nadie, me fui con el chico de los teléfonos a ver qué chingados podíamos hacer para resolverlo. Que tampoco es hazaña fácil, pero que parece que a nadie le importa, porque ellos son “superiores”… pinche grupo de pendejos imbéciles.


jueves, 19 de julio de 2012

Aventuras en el nuevo trabajo


Estoy en un nuevo trabajo, y eso trae nuevas experiencias que no puedo quedarme sólo yo, es mi obligación con el mundo contarlas. Porque, además, mis jefes son la cosa más curiosa y divertida (unos) o desquiciante (otros) que me ha tocado. Para muestra, un botón (odio esa frase, ja):
(Los pseudónimos se referirán a su puesto en la empresa).
Ring ring ring (suena el teléfono)
Contesto: Lugar bonito, buenas tardes.
Director administrativo: Eh, sí, necesito que me pases la chequera con la terminación 00
Yo: Claro, ¿dónde está?
DA: En el cajón que está al lado del refrigerador
Pasan unos segundos mientras me levanto de mi lugar y veo el refrigerador y la ausencia de un cajón a su lado
Yo: No hay ningún cajón al lado del refrigerador (tal vez se volvió loco y no sabe de qué refrigerador me habla)
DA: Sí, fíjate bien, al lado del refrigerador hay un cajón, ahí están las chequeras… sabes que, mejor márcame.
Me levanto de mi lugar y rodeo el área del refrigerador, no hay ningún cajón hay un montón de cajas cerca pero ningún cajón.
Marco
Yo: Hola, no veo ningún cajón al lado del refrigerador.
DA: Claro que sí, ahí está.
Yo: Lo único que hay al lado del refrigerador es la base de la mesa.
DA: No, ahí al lado, por donde se sienta Panchita (la asistente/recepcionista/secretaria). Ahí hay un cajonsote.
Me levanto y veo…
Yo: Ah, hay un A R C H I V E R O.
DA: Sí, ese mero, es el cajón. Ábrelo y saca la chequera.
Hay tres cajones en el archivero, me pregunto qué cajón tiene las chequeras y por qué putas madres este cabrón me pendejea porque no le leo el pensamiento.
Finalmente, en el cajón de en medio encuentro un montón de chequeras. Hay tres con la misma terminación 00, así que las tomo y regreso al teléfono.
Yo: Tengo tres chequeras con esa terminación.
DA: (Hastío en la voz) La que termina en 00
Yo: (¡¡NO MAMES!!) Sí, hay tres de esa terminación, ¿cuál necesitas?
DA: La que termina en 00 … (silencio)… y tiene funda.
YO: OK, aquí la tengo, te la bajo.

ES QUE ES PARA MATARLO…

martes, 10 de julio de 2012

Justicia por mi propia mano


Inspirada por un montón de situaciones variopintas, he llegado a la conclusión de que la pareja ha corrompido absoluta y completamente el concepto y ejercicio de la sexualidad, y no sigo sólo del sexo, porque es mucho más que sólo sexo.
Desde pequeños, en la escuela, la sociedad, las revistas, vamos, todo pinche medio de comunicación (personal, indirecta, inconsciente, etc.) nos han enseñado que la satisfacción sexual es una cosa de dos. Recuerdo cuando di clases en una secundaria, y mis alumnas hablaban de los actos sexo-amorosos, porque era imposible separar al sexo del amor. Está bien que la gente hable del sexo como un acto de amor, el problema, el gran pedo de toda la situación, es que han errado en la dirección o connotación del amor: te enseñan que el sexo se hace cuando se ama, pero siempre al otro, nunca porque te amas a ti, o porque es un acto de amor hacia ti. No, en estas cuestiones, el amor propio y la autoestima valen madres.
Nos enseñan, pues, que es indispensable y necesario para la vida en pareja tener sexo (sí, obvio después de cierta edad, no taaaann chiquitos…), que es una parte importante del matrimonio, que es una muestra de amor, que es bueno estar bien cogidos… pero nunca nos dicen que en realidad lo importante es la satisfacción sexual, entendida como la necesidad  de sentir placer por medios sexuales o eróticos. Porque sí, el deseo sexual está latente en nuestras vidas y no podemos engañarnos; inclusive quien piensa que no es sexual, o que no necesita tener orgasmos con regularidad, miente, pues en esa privación puede radicar su satisfacción sexual (suena enredado, sí, pero qué quieren, la psique es compleja).
Todos necesitamos nuestra buena ración de placer. Los hombres, en ese sentido, la tienen fácil. Está aceptado socialmente que se masturben, que vean películas pornográficas, que contraten prostitutas, en algunos lugares hasta que tengan sexo con animales… Vamos, un montón de cosas bien padres y satisfactorias. PERO, a las mujeres se nos educa diferente, dependiendo del tipo de educación, pueden satanizar el deseo sexual y la satisfacción, coger por el simple hecho de hacerlo (por amor al deporte) es malo y sólo debemos hacerlo con el hombre que amamos. Si, en cambio, tienes una educación más liberal, está bien que tengas varias parejas sexuales, que andes cogiendo con los novios o los chicos de una noche, o buscando. A nadie le parece malo que hagas cosas SIEMPRE Y CUANDO LAS HAGAS ACOMPAÑADA. ¿No? Inclusive lo kinky o perverso, o sadomasoquista está bien siempre que lo hagas con una pareja (hetero u homo).
Y a mí esto sí que no me gusta. Me parece patético que como mujeres nos obliguen a sólo tener orgasmos en compañía, nos enseñen que masturbarse puede que no esté bien, pero que es algo que usas “de emergencia” o en época de necesidad. Creo que pasa hasta con los hombres, ya casados no está bien visto que se masturben, o que busquen el placer sin su amada y pura esposa (puede ser con la amante, no hay tanto pedo), pero solos no no no. Y así es, si ya tienes pareja, no necesitas masturbarte o excitarte o satisfacerte solo, el placer  debe ser una situación de dos, para dos, no sólo para ti.
Está de la chingada. Veo a mis amigas aguantándose las ganas durante meses, porque no se pueden masturbar (tampoco saben cómo, pero ni lo intentan) y no tienen un hombre que se las coja. Así pasan muchísimo tiempo hasta que una vida sin satisfacción sexual ni orgasmos es lo que hay y habrá, se acostumbran tanto a la ausencia que no necesitan tenerlo más.
Yo, por ejemplo, comencé a masturbarme ya grandesita (por lo menos de forma consciente), pero no lo hacía seguido y al final sentía un poco de culpa. Después, hace como 8 años un chico me hizo algo que me provocó un orgasmo como ningún otro que había tenido, y me gustó tanto que me pareció indispensable saber hacerlo, porque ni pendeja iba a esperar a que alguien me lo hiciera para sentir algo tan maravilloso. Así pues, lo aprendí y me gusta tanto que, inclusive con novio, podía llegar a mi casa por las noches y masturbarme, o ahora que vivo con él, puedo masturbarme mientras él no está, o está en el baño o lo que sea. Aprendí a hacer de ese placer algo mío, que yo puedo darme y provocarme cuando lo quiero y necesito, que no es algo que necesite del otro, que soy yo con mi cuerpo y mi placer y el mundo me la pela.
Si no, es el colmo, ya viviendo con mi novio, sólo me toca coger y tener orgasmos cuando él está y quiere y mientras, a tejer y cruzar las piernas porque si no, ¿cómo me aguanto?

lunes, 9 de julio de 2012

Por ingenua y por pendeja...


Me chamaquearon, por primera vez en mi vida me sentí pendeja, seducida y luego aventada la intemperie, en una situación en la que nunca me había puesto.
Todo comenzó hace muchos muchos años, cuando mi mamá me recomendó nunca salir y consumir más de lo que traía en la cartera, o de lo que podría pagar. Así he llevado mi vida, siempre pido según el dinero que puedo gastarme, independientemente de con quién salga (entendamos hombres), porque uno nunca sabe, y si pasa algo, te quedas con una cuenta que no puedes pagar, o con un problema. Por eso, si no tengo dinero o no traigo, aviso a la persona con quien salgo, y ella decidirá si invita o no.
Por razones que se alejan de mi comprensión, mis amigas y amigos consideran que el hombre, inclusive si es sólo tu amigo, debe pagar los consumos cuando salen. Me parece asquerosamente machista y estúpido esto, que ellos paguen sólo porque tienen pito y nosotras vagina (es ese machismo que toda las mujeres aman, pero nadie quiere confesar… como si pudiera escogerse una parte y no el todo). Así las cosas, casi todos mis amigos deciden pagar lo que consumo cuando salgo con ellos, a pesar de que yo me ofrezca a pagar mi parte y saque mi cartera. Ante esta conducta, he creado ciertos pactos con algunos de ellos.
Un amigo que tuve hace unos años, que ganaba mucho más que yo, prefería pagar siempre él, lo que fuera que consumiéramos, sin importar el monto total o la propina. Él pagaba y no había nada que decir al respecto. Otro amigo que tengo, que lo ha sido por 13 años, siempre de los siempres ha pagado, no creo que en todo este tiempo me haya dejado pagar ni un refresco. Él es mayor uqe yo (9 años) y además, como puede esperarse, gana bastante más dinero. Así que, él siempre paga, suele pasar por mí a mi casa, y todo muy bonito. La única contra prestación es que yo siempre pongo los cigarros; es decir, yo llevo mi cajetilla y él “que no fuma” se fuma mis cigarros sin vergüenza alguna. Ahora que lo pienso, los dos amigos que acabo de describir se han fumado mis cigarros cada vez que salimos.
Bueno, el resto de mis amigos paga, aunque no tanto como una obligación de pitomacho dominante, sino como un detalle de amistad. Claro, nunca he dado por hecho que ellos pagarán. Para ser bien honesta, me molesta mucho que ellos siempre paguen, sin importar si yo podría usar mi dinero mejor en otra cosa o si prefiera no gastarlo.
Así mis principios, el sábado salí con otro amigo, quien también gustaba de siempre pagar los cafés. Este sábado fuimos por unos mezcales, todo muy rico, yo pensaba tomarme dos a lo mucho, pero él decía y decía y decía “pídete otro, tómate algo más, cómo no me vas a acompañar en este trago”… y yo, pendeja de mí, pensé que él pagaría la cuenta. Cuando ésta llegó, debíamos $770 y él, muy galantemente preguntó “¿cada quien paga lo suyo o lo prorrateamos?” (estoy de acuerdo, sólo un abogado usa un término de ese estilo, qué pedo, me pregunto yo, cuando es más fácil decir que nos vamos a mitades). Obvio, yo dije que a mitades, daba igual, pues habíamos consumido prácticamente lo mismo…
Cómo no decir que me la aplicó durísimo. Pagué $443 de una salida, una noche, con sólo una persona. Yo, que esa cantidad me gasto en dos semanas completitas… nunca en mi puta vida he gastado tanto en tomar, sobre todo de consumo sólo mío. No lo podía creer, un chingo de dinero que además estaba destinado a pagarle al contador (cantidad que ahora me falta, pero que a nadie le importa que me falte), dejado en unos mezcales… Y todo porque pensé, por una vez, como una pinche vieja sumisa y machista, que espera que le paguen.
No quiero ni pensar que hubiera pasado si yo, con todos los huevos que me cargo, le hubiera dicho que con la pena, pero que yo no tenía dinero para pagar la cuenta, o que estaba bien pendejo si creía que yo iba a pagar, porque por algo soy vieja. Si tan sólo hubiera…

jueves, 5 de julio de 2012

Acústica en los mejores lugares


El tema que nos compete el día de hoy, queridos lectores, es: la acústica del baño.  ¿Se han fijado que los baños SIEMPRE tienen eco o una acústica digna de cualquier sala de conciertos? Quién los diseñó o inventó ese formato, quisiera saberlo, porque sin duda alguna el ÚNICO lugar en el mundo que SIEMPRE debería ser a prueba de sonido (o como quiera que se diga, todos entendemos que no proyecte el sonido fuera del baño, sino que se quede todo ahí, para siempre) es el baño. Si existe un lugar en el que necesitamos estar sonoramente aislados, sin importar lo que estamos haciendo, es el baño (claro, ahora se me ocurrió que en ese caso, si un día nos pasa algo, nadie nos escucharía gritar, pero bueno, tampoco puedo encontrar una solución al problema completo), ya sea porque queremos mear con escándalo, cagar con ruido (y no sólo porque queramos nosotros, sino también cuando así lo decide el intestino), cantar mientras nos bañamos, etc.

Así debería de ser, libre de sonido y esto nos permitiría hacer lo que el cuerpo dicta, sin tener que preocuparnos por nuestra imagen, lo que pueda pensar la gente de nosotros o de lo que hacemos. Porque déjenme decirles que un día una de mis tías dijo que le parecía indignante y puerco que hubiera mujeres que iban al baño y soltaban el chorro de orina así, fuerte, sin pena ni nada. También, un día escuché a alguien quejarse porque en un baño público otra persona se echó un pedo, que qué cochina. Y pensaba ¿pero si no te los echas en el baño, entonces en dónde? Ahí está todo el problema, que tenemos prejuicio sobre lo que escuchamos en el baño y, en personas como yo, esos mismos prejuicios los aplicas a ti mismo. También recordé que el miedo de muchas de mis amigas, cuando se casaran, era usar el baño, no querían que el marido escuchara lo que hacían, o lo olieran después, nada; como si eso fuese a vulnerar el amor o respeto que sienten hacia ellas. Y es que todos lo pensamos, una mujer que caga sin pena, es de pensársela ¿por qué? Y, sobre todo, ¿por qué después se quejan de que estamos bien amargadas y somos vulnerables? Si alguien se aguantara las ganas de cagar o de echarse un pedo como las “mujeres bien”, entenderían el problema.

miércoles, 4 de julio de 2012

Aguántate hasta llegar a la casa


Todos llegaremos a la misma conclusión soy medio escatológica. Pero no es tanto así, más bien es que paso demasiado tiempo pensando en las costumbres propias y de quienes me rodean, razón por la cual termino en temas que no son, del todo, socialmente aceptables.

Aún así, me parecen dignos de mención, por la simple y sencilla razón de que yo los pienso. Punto. A quien no le guste, como diría Larry Flynt, pues que no lo lea, que yo de cualquier forma lo escribiré.

Entonces, pensaba yo, ahora que estoy en un nuevo trabajo, con instalaciones diferentes, en lo complejo que es usar el baño. Me parece que es completamente íntimo y personal y no tanto por lo que hacemos (que todos meamos y cagamos en él, eso es un hecho) sino por el cómo. A veces creo que es el único momento en que estamos verdaderamente solos y aislados (tal vez no siempre, pero ese es el ideal) y  no nos queda de otra, o estamos en eso, o estamos en eso. Ya me desvié, decía yo que ahora, en la nueva oficina, somos 12 y sólo hay dos baños; uno de ellos para los jefes (que son 3) y el otro para todos los demás. Así las cosas, compartimos un baño 9 o 10 personas, de ambos sexos. No es que me moleste compartir el baño con hombres, ojalá. Lo que me molesta es saber que alguien más vaya a entrar al baño después de mí, que no pueda entrar y cagar según dictan mis intestinos (en tiempo y forma), porque alguien más va a entrar al baño, porque olerá los rastros de lo que hice, porque LO SABRÁ. No puedo, y lo sufro.

Completamente previsible, tiendo a estreñirme. No es una cuestión fisiológica (estoy casi segura) sino psicológica: me gusta mi baño y odio hacer en cualquier otro lugar, así que si tengo ganas pero estoy lejos del baño, apretaré el esfínter hasta provocarme una colitis. En mi trabajo pasado, y gracias a que era un edificio grande, pude hacerme la costumbre de llegar temprano a trabajar, y entrar a mis anchas al baño. Ahí no me importaban ni el ruido, ni el olor ni el tiempo, me ponía a hacer lo que tenía que hacer, y andaba feliz por la vida. Afortunadamente, desde ese momento he tenido el mejor proceso digestivo de mi vida, y estaba completamente feliz… hasta que algo pasó (porque siempre, invariablemente, algo pasa): me cambié de trabajo. Y con eso, mis hábitos intestinales. Como ya dije, aquí se comparte el baño, y no sólo eso, sino que está adentro de la oficina (no como en ciertos edificios en los que los baños están en las escaleras de servicio, o fuera de la oficina, pero dentro del edificio, obviamente), la cual es simplemente un cuartote (y las dos oficinas cerradas de los jefes) así que todo el mundo te ve entrar al baño, y te escucha, y luego entran ellos, y luego todo el mundo comparte indirectamente los procesos fisiológicos de los demás.

Es angústiate y molesto y frustrante para mí. No es que fantasee con tener mi propio baño (que tampoco soy pendeja y sé perfectamente cuál es mi lugar en el mundo laboral), pero sí me gustaría que los baños nos permitieran cierta intimidad, anonimato y decencia. Porque si yo, por ejemplo, no tuviera que apretar mi esfínter titánicamente, sonreiría más y me sentiría más feliz en el trabajo.

Pero obvio, esto no lo voy a platicar con nadie en el trabajo, así que pasaré a la historia como la mujer que se mueve todo el tiempo en la silla y tiene cara de pedo atorado… si ellos supieran, serían más empáticos conmigo, ¿o no?

martes, 3 de julio de 2012

El baño

Escribía yo un post sobre el baño, cuando me dí cuenta de que en realidad en tres o cuatro ideas relacionadas con él, razón por la cual, decidí que vamos a inaugurar una sección llamada Baño, para que pueda escribir todas las ociosidades que surgen de mi mente y tienen que ver con ese lugar tan ambivalente en mi corazón (porque lo amo pero lo odio).
Así pues, den la bienvenida a la nueva sección.

Gracias

lunes, 25 de junio de 2012

Finjamos, que más quemamos


Pues sí, un estudio científico (¿por qué nadie dice que sustenta sus enunciados en “un estudio pendejo, o que hice un día porque se me dio la gana, con ningún tipo de método u objetivo”? Como si eso fuera a restarle veracidad a lo que dices, ja) que leí el otro día (en la misma revista que lo del peluquín para señoras) afirmaba que fingir un orgasmo quemaba (en quien lo finge, que no en quien lo trabaja) 160 Kcal, mientras que uno real sólo 27 Kcal. Desconozco las circunstancias que fueron investigadas en el estudio para hacer esa afirmación, si influían cierta posturas, si era un orgasmo trabajado (con preámbulo y toda la cosa), o si más bien era uno típico, de misionero y sin ninguna importancia o interés (como cuando te duele la cabeza, vamos), así que, a falta de información, decidiremos que es un orgasmo común y corriente, de misionero y con una duración de menos de 5 minutos.

Así, con un marco teórico definido, puedo decir que está increíble esto, ¡ahora resulta que fingir quema más calorías que sentir! Esperen, ya que lo escribí me resultó completamente lógico: fingir requiere más esfuerzo, concentración, una meta definida, estar en contacto con tu medio, un montón de cosas. De ahí, que se quemen más calorías. Clarísimo como el agua.

Razón por la cual, hay tantas mujeres delgadas con cara de frigidez e insatisfacción sexual, todo sea por la belleza.


martes, 10 de abril de 2012

Peluquines para señoritas

Hace unos meses, mientras esperaba en el consultorio del dentista (no, a mí, a diferencia de El Desarmador, el dentista no me causa ningún conflicto... salvo la frustración de que la dentista hable todo el tiempo y yo, con la boca abierta, no pueda decir nada) encontré una revista de dudosa procedencia, con muchos artículos curiosos, entre ellos, el que ahora relataré:
Contaba una mujer, que después de haber pagado miles y miles de pesos para quitarse definitivamente el bello indeseado de diferentes partes de su cuerpo, se enteró (no recuerdo el meido) de que ahora las mujeres están haciendo justo lo contrario: ponerse más vello en el pubis... ¡EXACTO! ¿Qué demonios es eso? (ella, la escritora, también se lo preguntaba) Por alguna razón que desconozco y que quisiera desconocer toda mi vida, está de moda tener mucho vello allá abajito... las mujeres se hacen injertos de vello, e inclusive compran PELUQUINES para hacer el asunto más frondoso.
No lo puedo creer, simple y sencillamente no puedo creer que haya mujeres que decidan ponerse un peluquín en el pubis... ¿cómo haces eso? ¿Se despega con agua? ¿Se ve tan falso como en la cabeza de los caballeros inseguros? ¿Puedes escoger el color del vello, la textura, el largo y la frondosidad? Y, sobre todo ¿dónde demonios los venden? ¿Hay una tienda, es un catálogo por internet, son sobre diseño?
Demasiadas preguntas saltan en mi cabeza cuando pensamos en este asunto, y me parece completamente divertida la opción de crear un nuevo nicho de mercado:
PELUQUINES PARA SEÑORITAS, la mujer que necesita tenerlo todo en un solo lugar.

La última pregunta que surge en mi cabeza es ¿hay posibilidad de probárselos? Me anonada, simplemente anonada la situación. Aunque, si alguien sabe de algún lugar donde los hagan, les pido que por favor me avisen, porque una cosa es que me parezca el colmo, y otra muy diferente que pueda contener la curiosidad de conocer uno de esos lugares si supiera dónde están.

domingo, 22 de enero de 2012

Se fueron los "tes" y llegaron los "tas"



Así como lo leen, cumplí 30, es impresionante lo rápido que pasa el tiempo, todavía recuerdo cosas de mi infancia como si fuera ayer. Lo más impresionante es que en realidad me han sentado bien, no me siento triste, ni deprimida ni nada parecido, me siento bien contenta por cumplir 30, bueno, más bien, me siento bien contenta con quién soy, incluso ahora que ya tengo 30.

Y no fue un proceso fácil, no lo fue, afortunadamente me dio la crisis de los 30 hace 4 años, así que no era tanto por la vejez. Fue difícil porque me ha tomado mucho tiempo aceptar la forma y condiciones en las que vivo, ver lo que tengo y reconocer quién soy, no como un fracaso, sino como un logro, como parte de un gran proceso, de mi vida, así, tal cual.

Estudié derecho, pero quiero ser psicoanalista, y la carrera es demasiado cara como para que haya podido comenzar a estudiarla. Sí, es una carrera en la que la edad es bien importante (mientras más grande, mejor), pero igual, yo quiero ser psicoanalista YA, no en quién sabe cuántos años. En estas semanas, me he dado cuenta de que a veces vale la pena esperar un poco, que ciertas situaciones o condiciones interiores tardan en llegar, que es bueno aprender a esperar, dejar de ser tan voraz, darle tiempo al mundo y a la vida. Este año comenzaré a estudiarlo, lo sé, y sé que tardará tiempo, no sólo en lo que estudio, sino el tiempo necesario para montar un consultorio y tener una cartera de pacientes estable, y ahora estoy lista para esperar, para no sentir que el tiempo que espero es un fracaso.

Soy bien feliz en mi vida personal. No tengo muchos amigos, y esto me entristece, pero sé que es porque la forma en la que llevé, durante muchos años, mis amistades, no era la más sana, y que por eso ahora me he alejado (o se han alejado de mí). Tuve varios amigos a los que extraño mucho, y me gustaría que estuvieran conmigo, pero también es cierto que estoy bien sin ellos, que no me hacen falta al grado de sentir que mi vida sin ellos no vale la pena. También tengo que reconocer que poco a poco he conocido más gente, creado relaciones con ellos y que eventualmente crearemos una amistad. 

Conmigo, soy muy feliz, creo que no pensamos mucho en ello, pero lo más importante es saber estar con uno, disfrutar la soledad, el tiempo para tí mismo, tener pasatiempos o actividades en las que te dés a tí. Yo, a pesar de disfrutar mucho de la compañía, disfruto mi soledad, me gusta hacer muchas cosas sola, y no me siento sola.

Además, me dí cuenta de que he pasado demasiado tiempo enfocada en lo malo, lo negativo, las fallas o aspectos a mejorar en mí, no en lo positivo o bueno que tengo. Soy perfeccionista y me gusta crecer, mejorar lo que no me gusta, convertirme todos los días en una mejor persona. Pero también sé que soy quien soy, y que tengo muchas cualidades positivas, que me permiten hacer muchas cosas, por decirlo de alguna forma, sacarme ventaja y aprovecharlas. No quiere decir que ya no voy a mejorarme o cambiar ciertos aspectos de mi persona, principalmente relacionados con mi salud (es decir, el ligero sobre peso que tengo, y la falta de ejercicio), pero me parece que lograrlo también será más sencillo si recuerdo los aspectos positivos, y no sólo los negativos.

Qué cosas, mi post parece más de superación personal que de cumpleaños, pero es que a veces hay que meditar estas cosas, pensarlas y seguir adelante, porque los 30 no son ni la mitad de la vida, y lo que viene tiene que ser aún mejor que lo pasado, pues todas las posibilidades están puestas y la suerte no ha sido echada.

sábado, 21 de enero de 2012

Abandonado... por qué será...

Tiene mucho que no escribo en el blog, no sé qué relación guardan, en mi mente, tener trabajo y escribir en el blog, pero así me pasa, si no tengo trabajo, no tengo ganas de escribir aquí. Supongo que tiene que ver con que actividad genera actividad, blablabla.

Claro, después de 3 meses, tampoco me parece decente desaparecer así, sin más, porque uno debe exteriorizar lo que sucede, de alguna forma, seguir escribiendo, aunque nadie te lea (porque sé que prácticamente escribo para mí), porque es importante plasmarlo, sacarlo y poder observarlo, poseerlo de otra forma, objetivizarlo, lo que sea que implique escribir.

Desgraciadamente, mi ánimo hoy está muy apagado, mi abuelo murió la semana pasada (éramos muy pero muy unidos, mucho más unida a él que a mis padres) y hoy me pegó mucho la tristeza. Aún así, me parece que es tiempo de seguir escribiendo, ni más ni menos.

Si no, qué más da, todo quedará olvidado y, en mi vejez, ni yo recordaré lo que pensaba y quién era...