jueves, 5 de julio de 2012

Acústica en los mejores lugares


El tema que nos compete el día de hoy, queridos lectores, es: la acústica del baño.  ¿Se han fijado que los baños SIEMPRE tienen eco o una acústica digna de cualquier sala de conciertos? Quién los diseñó o inventó ese formato, quisiera saberlo, porque sin duda alguna el ÚNICO lugar en el mundo que SIEMPRE debería ser a prueba de sonido (o como quiera que se diga, todos entendemos que no proyecte el sonido fuera del baño, sino que se quede todo ahí, para siempre) es el baño. Si existe un lugar en el que necesitamos estar sonoramente aislados, sin importar lo que estamos haciendo, es el baño (claro, ahora se me ocurrió que en ese caso, si un día nos pasa algo, nadie nos escucharía gritar, pero bueno, tampoco puedo encontrar una solución al problema completo), ya sea porque queremos mear con escándalo, cagar con ruido (y no sólo porque queramos nosotros, sino también cuando así lo decide el intestino), cantar mientras nos bañamos, etc.

Así debería de ser, libre de sonido y esto nos permitiría hacer lo que el cuerpo dicta, sin tener que preocuparnos por nuestra imagen, lo que pueda pensar la gente de nosotros o de lo que hacemos. Porque déjenme decirles que un día una de mis tías dijo que le parecía indignante y puerco que hubiera mujeres que iban al baño y soltaban el chorro de orina así, fuerte, sin pena ni nada. También, un día escuché a alguien quejarse porque en un baño público otra persona se echó un pedo, que qué cochina. Y pensaba ¿pero si no te los echas en el baño, entonces en dónde? Ahí está todo el problema, que tenemos prejuicio sobre lo que escuchamos en el baño y, en personas como yo, esos mismos prejuicios los aplicas a ti mismo. También recordé que el miedo de muchas de mis amigas, cuando se casaran, era usar el baño, no querían que el marido escuchara lo que hacían, o lo olieran después, nada; como si eso fuese a vulnerar el amor o respeto que sienten hacia ellas. Y es que todos lo pensamos, una mujer que caga sin pena, es de pensársela ¿por qué? Y, sobre todo, ¿por qué después se quejan de que estamos bien amargadas y somos vulnerables? Si alguien se aguantara las ganas de cagar o de echarse un pedo como las “mujeres bien”, entenderían el problema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡no calles que hace daño!