martes, 18 de octubre de 2011

¿Pero de quién es este sueño?

No, no es lo mío, trabajar en una pinche oficina en un horario fijo y que promueve la pendejez, no es lo mío. La verdad es que lo odio, y no, no es sin conocimiento de causa.

Por maravilloso que suene, mis primeros trabajos consistían en trabajar: realizar determinadas actividades y administrar el tiempo como me viniera en gana. Esto implicaba que yo tenía un fecha límite y podía hacer lo que quisiera cuando quisiera. Y así era... casi siempre: es decir: iba todos los días a la oficina, estaba dos o tres horas ahí, y a la hora de comer (llegaba después de la escuela, a medio día) salía corriendo, como alma que lleva el diablo. Puedo confesar que hubo una época en la que, por cuestiones de dinero (tenía otro trabajo) no iba a la oficina y realizaba todo el trabajo en casa. Claro, ni paso nada, ni el jefe se dio cuenta, ni nada de nada de nada. La verdad es que me hacía muy feliz ser dueña y responsable de mi tiempo y vida.

Sé que este tipo de trabajo no es para cualquiera, pero para mí, que soy la reina de la organización, planeación y creación de hipótesis fatalistas, es un sueño hecho realidad. El único problema es que estaba mal pagado... y que tuve que dejarlo.

Los siguientes trabajos, por múltiples cuestiones, tampoco fueron el ideal, hasta que llegó el teatro y todo parecía acomodarse, sabíamos que el camino era el adecuado y que sólo teníamos que aguantar un poco para que hubiese frutos... sí, cuando tienes el ingreso apretado y un montón de obligaciones, aguantar resulta imposible. Así que lo dejamos y decidímos que era mucho mejor un trabajo estable, con quincenas estables, y de asistente de dirección (porque es algo en lo que tenía experiencia). Había varios requisitos indispensables: que pagaran bien, que estuviera cerca, y que no implicara mil horas al día. Conforme pasaron los meses y la oferta de trabajo necesaria no llegaba, comencé a doblar mis requisitos... sí, el único que no quité fue el de la paga (porque para qué demonios voy a trabajar si no me va a alcanzar con lo que gano), así que terminé en un trabajo que no me gusta (ser asistente, más allá de que pueda hacerlo bien, no es mi sueño), en un horario largo, y lejos de mi casa... por el sueldo que tengo, estaba dispuesta a aguantarme, sobre todo porque además mi jefe NO parecía como los demás: era amable, educado, sonriente, con una idea racional de qué debes exigirle a un trabajador, que considera que no puede exigírsele al otro lo que tú mismo no puedes dar, etc.) . Hasta parecía un sueño hecho realidad, hasta que:
una pequeña omisión error de mi parte terminó con el jefe encantado...
Así de fácil, de un día a otro, dejó de hablarme, volteaba la cabeza para no mirarme cuando hablaba con él, era hostil y seco... feo. Un ambiente bastante feo (sobre todo si consideran que no tengo muchas cosas que hacer aquí) que me hizo recordar los malos trabajos que he tenido, pero sobre todo, que fomenta en mí una necesidad imperiosa de correr y escaparme de todo esto que está pasando, de no regresar a trabajar y buscar un trabajo más acorde con mi personalidad y necesidades, sólo que...

No lo encuentro, no sé ni dónde buscarlo, ni nada... me siento completamente perdida y muy frustrada porque estoy donde no quiero estar. Entiendo que si tienes broncas en la casa puedas distraerte en el trabajo, pero no puedes distraerte del trabajo en la casa, porque llegas cansado (sobre todo si sales  las 6:30 de la mañana y regresas a las 8:00 de la noche, después de 4 horas en el tránsito, 8 de "trabajo" y hora y media de comida) y lo único que quieres es prender la tele y volverte un pendejo que no piensa... no hay forma alguna de hacer algo más, de llegar a las 8 y decir "me vale, no voy a permitir que el pinche trabajo me haga infeliz, saldré a caminar, a tomar algo, a disfrutar un buen libro". No, yo no puedo (además, tengo que dormir 8 horas diarias si no quiero quedarme dormida en cualquier lugar, o estar despierta y de pésimo humor), en realidad los malos sentimientos me absorben, siento como se encarnan en mí y no me permiten dejarlos; necesito rumiarlos, pensarlos, analizarlos, hablarlos y después, inminentemente, buscar una solución. No puedo quedarme ahogada en esta sensación, me carcome.

Claro, también me carcome la culpa de tener casi 30 años y no tener un trabajo con antigüedad o estabilidad, de haber pasado los últimos 2 y medio sin un ingreso estable, de querer estudiar psicoanálisis y saber que mientras puedo ejercer (digamos, 3 o 4 años), tendré que chingarme y hacer algo que no me gusta... no, no puedo. No sé por qué es tan difícil encontrar un trabajo que se adecue a uno, no sé por qué todos (o casi todos) los trabajos están pensados para robots o autómatas, para alguien que no pretende vivir, sino trabajar. No no no, yo quiero y necesito algo diferente, pero no sé dónde encontrarlo ¿dónde contratan lectores? ¿dónde contratan alguien que sepa planear la economía familiar como el más grande estratega? ¿dónde te pagan bien y te exigen sólo 6 horas al día, o un horario funcional (de 7 am a 4 pm, por ejemplo)... ¿dónde los hay? y, si los hay, ¿por qué casi todos están mal pagados? ¿que de plano, si no somos pendejos, no tenemos derecho a disfrutar de la vida?

Lo odio.

2 comentarios:

  1. Pero Lolita... ¡si eres mi otra cara del espejo! Yo estoy estudiando psicología porque me encanta y estoy deseando dejar de ser asistente de dirección, porque me pasa exactamente lo mismo que a ti. Te animo a estudiar, no lo dudes. Es cierto que aún te pasará cuatro años más en este rollo de empleo, pero peor es pasarse el resto de la vida, ¿no? Ánimo y gracias por la visita.

    ResponderEliminar
  2. Amaranta, aunque suene trillado, la idea de que estas cosas también pasan hasta allá, me hace sentir mejor. Sin duda estudiaré, de hecho lo tengo todo planeado para comenzar el siguiente verano (es bien caro, así que estoy preparando las finanzas)... mi único reto es mantener el trabajo, porque cada día se pone más difícil: que mi jefe se enoja, hace berrinche y deja de hablarme; que alguien más lo hace enojar, manda un mail a toda el área bien agresivo... Me siento a veces en una olla exprés.
    Pero ni modo, más vale que sea por algo que valga la pena (estudiar lo que quiero hacer) y no sólo por hacerlo, sin plan ni futuro.

    ResponderEliminar

¡no calles que hace daño!