miércoles, 9 de noviembre de 2011

Fiestas de mal gusto. Prólogo.

Como no quiero ni problemas ni malas interpretaciones, haré la aclaración desde el principio: este mail criticará NO la fiesta en sí, sino la intención.

Ahora sí, comencemos por el prólogo, es decir, la razón por la que pienso que hay fiestas que son de mal gusto:

Inspiro mi pensamiento en una invitación que recibimos esta semana para asistir al baby shower de unos amigos (o del bebé, no entiendo cómo funciona, porque si es para el bebé y éste no ha nacido, se vuelve complejo, y si es para la mamá, por qué es baby shower y no mom shower... mucha filosofía detrás). Entonces, el muchacho, llamémoslo Chris, ha sido amigo de mi concubinario (le pondremos Ponciano, a partir de hoy) desde la prepa, unos 15 años, más o menos. Chris, hace un año o más, se arrejuntó con la novia, y hace 6 meses, nos contaron que ella estaba embarazada. OBVIO, el shock fue enorme, porque Chris no gana suficiente como para ellos dos, ella apenas había empezado a trabajar (y la despidieron cuando se enteraron de que estaba embarazada), era un embarazo de alto riesgo. Vamos, que todo apuntaba a que fuera poco inteligente tener un bebé en ese momento... pero ya sabemos cómo funciona la gente cuando se trata de embarazos "no deseados".

Por razones cuasi evidentes (porque es mexicana, de pueblo, viviendo en pecado, embarazada) se casaron en una pequeñísima ceremonia en el Registro Civil, e hicieron una comida en casa de alguien. Yo no fui porque fue entre semana. Para la boda, Ponciano y yo decidimos regalarles algo útil y que no tuviera que ver con el bebé, una vajilla y vasos, cubiertos, esas cosas. Dado que yo no fui a la boda y ellos habían dicho que nos invitarían a su casa a festejar y comer, postergamos la entrega del regalo. Todavía no se los hemos dado... porque no nos invitaron a su casa. De hecho, se mudaron a Cuernavaca y le dijeron a Ponciano: están invitados para cuando quieran venir.

¡Claro! Esas son mamadas, ellos quedaron de invitarnos para celebrar, y una invitación generalizada, que implica:
  1. Salir con un tránsito de la chingada el sábado a medio día (para llegar a comer);
  2. Regresar ese mismo día en la noche;
  3. Quedarnos a dormir en un hotel (es decir, pagar la caseta, gasolina, hotel, desayuno, caseta, gasolina);
  4. Quedarnos a dormir en su casa (no es mala onda, pero si aquí, solteros, vivían en un cuarto de 40 mts cuadrados, no puedo pensar que ahora, con todos los gastos del embarazo iban a vivir más relajados o con más espacio, así que no habría dónde dormir);
  5. Regresar el domingo con el pinche tránsito de regreso...

Por donde lo veamos, está del asco.

Así pues, me puse a pensar en esas fiestas cuya intención resulta de mal gusto.
¡No se pierdan los siguientes post´s en los que las describiremos!

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